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Después de más de cuatro horas y media de una desastrosa e infructuosa clase de baile de joropo, fue que Martín se sintió lo suficientemente frustrado consigo mismo para decir con una mueca de disgusto y algo de vergüenza:
-Che, María, lo admito. Bailar esto es más difícil de lo que se ve.
-Yo te lo dije -sonrío María- pero no te preocupes. Si Coco y yo podemos, claro que tú también vas a poder.
-Por supuesto que si. -contesto el, lleno de orgullo argentino- Pero aun no le agarro el ritmo a los pies. Es endemoniadamente rápido, pero no es como el tango.
-Bueno, bueno. –dijo ella con divertida condescendencia, sabiendo que eso lo enojaría- Vamos tratar de darle lento entonces, hasta que te acostumbres a como es la cosa. Pero te lo ruego: no me pises otra vez.
-¡Vale, es que no estoy acostumbrado…! -se excuso, malhumorado- Además, ¡La mujer es la que guía! Te apuesto que volverías una mierda a cualquier hombre que intentara bailar esto.
Ella se echo a reír. Nadie podía culparla por aprovechar el momento, era difícil agarrar a Martín intentando algo en lo que no fuera un “perfecto profesional”, además de estar fallando. Y era muy, <> divertido verlo frustrado y enojado. En ese momento era tan tierno… pero no quería hacerlo enojar de verdad, así que volvió al asunto con toda la seriedad que pudo (conste que estaba contenido las carcajadas.)
-Vale, cariño. Solo hay que practicar un poco más, ¿Qué tal si después nos tomamos un baño y cenamos algo rico?
Esa idea lo animo visiblemente, y basta con decir que en menos de media hora aprendió a bailar joropo decentemente.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Venezuela no es personaje mio ni Argentina tampoco, son de sus repectivos creadores, pertenecientes a la comunidad latin hetalia.

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Después de más de cuatro horas y media de una desastrosa e infructuosa clase de baile de joropo, fue que Martín se sintió lo suficientemente frustrado consigo mismo para decir con una mueca de disgusto y algo de vergüenza:
-Che, María, lo admito. Bailar esto es más difícil de lo que se ve.
-Yo te lo dije -sonrío María- pero no te preocupes. Si Coco y yo podemos, claro que tú también vas a poder.
-Por supuesto que si. -contesto el, lleno de orgullo argentino- Pero aun no le agarro el ritmo a los pies. Es endemoniadamente rápido, pero no es como el tango.
-Bueno, bueno. –dijo ella con divertida condescendencia, sabiendo que eso lo enojaría- Vamos tratar de darle lento entonces, hasta que te acostumbres a como es la cosa. Pero te lo ruego: no me pises otra vez.
-¡Vale, es que no estoy acostumbrado…! -se excuso, malhumorado- Además, ¡La mujer es la que guía! Te apuesto que volverías una mierda a cualquier hombre que intentara bailar esto.
Ella se echo a reír. Nadie podía culparla por aprovechar el momento, era difícil agarrar a Martín intentando algo en lo que no fuera un “perfecto profesional”, además de estar fallando. Y era muy, <> divertido verlo frustrado y enojado. En ese momento era tan tierno… pero no quería hacerlo enojar de verdad, así que volvió al asunto con toda la seriedad que pudo (conste que estaba contenido las carcajadas.)
-Vale, cariño. Solo hay que practicar un poco más, ¿Qué tal si después nos tomamos un baño y cenamos algo rico?
Esa idea lo animo visiblemente, y basta con decir que en menos de media hora aprendió a bailar joropo decentemente.

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Venezuela no es personaje mio ni Argentina tampoco, son de sus repectivos creadores, pertenecientes a la comunidad latin hetalia.