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Fotògrafo: [link]

Frío interior y exterior. Madrugada desbocada en busca de algo indefinido. El tiempo perdido que jamás se recuperó. Palabras duras de quien creías cercano. Palabras injustas e hirientes, porque bajo la costra aún queda un poco de humanidad. Besos de refilón en alguna esquina. Sabor a moho fermentado que es como la poética infección de la vida que nunca llegó a disfrutarse plenamente. Una noche tan densa y oscura como el viento huracanado que me apartó de tu lado.
Nubes de niebla, carburo y tristeza anegan las zonas bajas de la ciudad, por las calles que nos vieron pasear cogiditos de la mano. Por las calles donde acampaban aquellos que dominarán el mundo mañana. Nubes de odio y desesperación nos humanizan.
Vanidades. Odio, ficción e impactos violentísimos que nuestra anatomía sabrá catalizar en forma de relato corto sin personajes ni argumento. Pronósticos meteorológicos contradictorios, anómalos para la fecha. Calor en el Ártico, nieves como nunca fueron vistas. Veranos hasta noviembre. Ciclogénesis explosiva cerniéndose sobre la inanidad que creímos vida.

Luz, luz, luz. Una tiniebla tan completa como la que velará nuestros bellos ojos el día en que la tierra empiece a caer justo después de cerrarse el féretro.

Dolor, dolor, dolor. No ser, no estar, no haber existido.

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Frío interior y exterior. Madrugada desbocada en busca de algo indefinido. El tiempo perdido que jamás se recuperó. Palabras duras de quien creías cercano. Palabras injustas e hirientes, porque bajo la costra aún queda un poco de humanidad. Besos de refilón en alguna esquina. Sabor a moho fermentado que es como la poética infección de la vida que nunca llegó a disfrutarse plenamente. Una noche tan densa y oscura como el viento huracanado que me apartó de tu lado.
Nubes de niebla, carburo y tristeza anegan las zonas bajas de la ciudad, por las calles que nos vieron pasear cogiditos de la mano. Por las calles donde acampaban aquellos que dominarán el mundo mañana. Nubes de odio y desesperación nos humanizan.
Vanidades. Odio, ficción e impactos violentísimos que nuestra anatomía sabrá catalizar en forma de relato corto sin personajes ni argumento. Pronósticos meteorológicos contradictorios, anómalos para la fecha. Calor en el Ártico, nieves como nunca fueron vistas. Veranos hasta noviembre. Ciclogénesis explosiva cerniéndose sobre la inanidad que creímos vida.

Luz, luz, luz. Una tiniebla tan completa como la que velará nuestros bellos ojos el día en que la tierra empiece a caer justo después de cerrarse el féretro.

Dolor, dolor, dolor. No ser, no estar, no haber existido.